REFLEXIONES SOBRE LA TINTA ELECTRÓNICA
¿Por qué iba yo a querer un e-reader? Eso mismo se dice mucha gente. He oído comentarios de rechazo casi siempre; y la razón que esgrime la mayoría es frecuentemente: “Yo es que soy mucho del papel. Necesito pasar las páginas y aspirar su olor...” Nos encanta ser nostálgicos o al menos dar esa imagen. Pretendemos que esa actitud nos da un caché de lector con muchos puntos, lector de toda la vida, de los serios. Pareciera que aceptar las nuevas tecnologías nos volviera fashionistas y nos restara credibilidad.
PRIMEROS APARATOS DIGITALES DE ESCRITURA Y DIBUJO |
A los que tenemos la lectura como
principal pasatiempo y modo de aprendizaje -¡cuántos alumnos habrán
exclamado “¿Cómo sabes eso, si tú eres de lengua?”! A todos
les respondo “Chico, porque leo”- nos encanta pensar que somos
coleccionistas.
Confieso
que yo también me planteé esa cuestión -una sola vez, la verdad-.
Hasta entonces no había hecho una verdadera reflexión sobre el
asunto. Enseguida retoqué la pregunta: ¿Por qué no comprarme un
e-reader?
Amamos el objeto, lo mimamos, lo colocamos en muebles
ilusionándonos con la idea de que en nuestras casas hay una
Biblioteca -nada de librerías con marcos de fotos y otros
recuerdos-, nos recreamos en la contemplación, nos complace la idea
de que la ampliaremos enormemente cuando heredemos los libros de
nuestros padres, nos apresuramos a comentar que tal libro ya lo
tenemos desde hace bastante tiempo, que lo compramos en tal viaje
cuando aún no se oía hablar de él...
Personalmente creo que damos demasiada
importancia a nuestras posesiones. ¿Cuántos libros habré leído
desde que aprendí a leer? ¿Cuántos habré releído? ¿Cuántos son
realmente antiguos o tienen un valor sentimental? ¿Cuántos son de
veras preciosos? ¿Cuántos quiero volver a leer, sinceramente?
PUNZÓN DE ESCRITURA ROMANO S.II A C. |
Finalmente me digo, sin exagerar, que ya no caben más
libros en casa, y no porque tenga miles de volúmenes sino porque el
espacio en el que habito es reducido. Además, algunas obras que me
interesan no las encuentro ni el librerías on-line -los tres últimos
pedidos me los han echado para atrás, vaya por Dios-. De modo que no
me lo pienso más: me compro un e-reader. ¡Y es tan fascinante tener
un aparato que ocupa y pesa tan poco! Desde que cayó en mis manos no
lo dejo ni un momento, me acompaña a todos lados, lo abro en
cualquier momento de espera. Descargo desde cualquier página,
convierto PDF en Word, adquiero gratis, a precio de saldo, la última
novedad en 60 segundos, puedo hacer suscripciones a
publicaciones....Muchas posibilidades con un solo clic. Y si se me
quema la casa no pierdo mis joyas puesto que están almacenadas y
bien ordenadas en mi cuenta.
¿Por qué no iba yo a comprarme un
e-reader?
A.M.J.
A.M.J.
Para terminar la entrada podéis ver un prototipo diseñado por estudiantes de KAIST (Institute of Information Tecnology Convergence, Corea) que acerca aun más la lectura en e-reader a la lectura como la conocemos en libro de papel:
Poco después de pensar que la entrada estaba terminada nos encontramos en el diario El País con que la empresa coreana de electrónica de consumo LG ha empezado a producir una pantalla de plástico flexible de 0,3 milímetros como la que se puede ver en esta foto:
Según comenta el diario, LG había comprobado que muchos e-reader se rompen por caídas y ve una solución en este tipo de pantalla que se puede conectar a internet, usa la tecnología de la tinta electrónica, consume muy poca energía y no se rompe si cae desde una altura de metro y medio. Solo un pero: le falta el color. No sabemos hasta cuando, pero seguro que hasta poco tiempo.
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