Viendo la inflación actual de concursos literarios de todo tipo y condición (véase España, aparta de mí estos premios de Fernando Iwasaki), podemos calificar de "histórico, tradicional y entrañable" el concurso de redacción de Coca-Cola. Este premio era de los pocos incentivos ajenos al profesor de lengua, quizá el único, que había en los años 60 y 70 para practicar la escritura creativa en la escuela. Su estela llega hasta hoy puesto al día como Concurso Coca-Cola de jóvenes talentos. Premio relato corto. Destinado a 2ª de ESO, la cosecha de este año en nuestro instituto no ha estado nada mal. Os facilitamos algunos de los textos que hemos seleccionado pensando en la fase provincial y que pronto tendrá lugar en Jerez. Enhorabuena a todos y ¡Mucha suerte!
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Cartel anunciador del concurso |
LA HERMANDAD DE LOS CAPAS NEGRAS
Esa mañana el dia se vistió de luto,
extraños lamentos se oían en las profundidades de los bosques. Entre otros, también se oían los lamentos de los prisioneros, las
suplicas, los rezos ... Eran llevados en carros tirados por viejos y
fatigados bueyes. Los prisioneros fueron acusados de conspiración
contra el imperio de Daggerfall, herejía y utilización de artes
oscuras. Los prisioneros eran los llamados Capas Negras
pertenecientes a una hermandad contraria al Emperador. Pensaban que
no servía para nada si los pequeños poblados tenían que ser
defendidos por sus propios aldeanos. Fueron 5 prisioneros, uno de
ellos se llamaba Randolf, el cual no sabía qué hacía allí. Con
las manos atadas pensaba en todo lo que se iba a perder, pues ese
sería su último día de vida... Llegados a Slagdun, el cual era el
puesto fronterizo de la guardia Imperial entre las provincias de
Septim y Domine, los prisioneros fueron llamados a su ejecución por
nombre y acusación. Cuando todos fueron nombrados, faltaba Randolf, no estaba en la lista, pero sí entre los prisioneros ... El encargado de ésta
se quedó mirándo al Sargento Imperial y le preguntó qué se debía hacer con él. A lo que respondió :
- Si está en esta lista, será por algo.
El encargado hizo
que lo llevaran a las filas de esos pobres desgraciados. Randolf
acompañado por los guardias fue colocado en un hueco de las filas.
Resuelto ese pequeño fallo, el capellán comenzó a dar el sermón,
haciendo que los prisioneros realizaran su último rezo. Uno de ellos, desesperado, interrumpió al capellán e hizo que lo ejecutaran el
primero, después de él le tocó a Randolf. Cuando estaba
colocándose en la guillotina, de repente, un gran estruendo se
escuchó y, seguido del terrible ruido, apareció un dragón, criatura
mitológica a la que le tenían mucho respeto en el Imperio, las
cuales venían de un continente todavía desconocido, sembrando el
caos y la confusión, todo el mundo salió corriendo, dando la
oportunidad a Randolf de escapar. Cuando sacó la cabeza de la
guillotina, un hombre llamado Von Hilshcher lo metió en su casa. El
hombre decía poder ayudarle:
- Perdón , buen hombre , ¿por qué
buscas ayudarme ?
- Como yo creo, tu y yo tenemos las
mismas ideas, como hermanos de creencias debemos ayudarnos
mutuamente, me presento : Soy Von Hilshcher maestro herrero de la
guardia Imperial- Mientras tanto le proporciona un trozo de pan
duro, una botella de aguamiel (especie de aguardiente) y una
espada.
- Si sois un heraldo Imperial, ¿por
qué tenéis esas creencias? ¿por qué me ayudáis ? Preguntó
confuso.
- Soy un sirviente de la hermandad de
los Capas Negras, soy un infiltrado, este puesto fronterizo es muy
importante, une dos provincias, así puedo aventajar a nuestros
hermanos, pero no es tiempo de hablar... Tengo una trampilla que da a
un túnel (mostrándole la trampilla), el cual conduce a 5 km fuera
del puesto, ya en las frías tierras de Domine. Si sois rápidos ni el dragón ni la guardia os alcanzarán
- Muchas gracias, Hilshcher, le estaré
eternamente agradecido, si salgo vivo recibirá noticias de mí.- Lo
decía mientras se adentraba por la trampilla.
- Adiós hermano, ¡ojalá encuentres la
paz en estas tierras baldías!
Terminada la corta conversación con el
''heraldo'' Imperial, Randolf se adentraba por el sombrío túnel,
pensando en la suerte que tenía de que apareciera tan horrible
criatura ese momento. Cuando llegó al final del túnel y abrió la
celda para salir, sintió un aire gélido en su cara , en este caso
el de la libertad.
R. Barrera Perdigones, 2º A